Las empresas compiten entre sí para diferenciarse en un mercado que está saturado. Todas tienen una historia que contar para ser recordados. Por ello, es importante definir un concepto unitario que represente a la empresa para crear una identidad visual coherente.
La implantación de una buena identidad visual corporativa ayuda a construir una estructura sólida de la marca. Lo que permite crear un vínculo emocional con los usuarios, aportando confianza, fidelizándolos y ofreciendo una experiencia con la marca para permanecer en el top of mind de los clientes.
Hoy en día, no son los productos o servicios de una empresa la que definen su éxito. La estrategia de marca de cualquier compañía debe centrarse en la identidad corporativa (misión, visión y valores) para reflejar lo que la marca quiere transmitir. De lo contrario, habría una disonancia que provocaría contradicciones en el mensaje y, por tanto que el consumidor reciba vibraciones negativas.
La identidad visual de una marca está formada por una variedad de elementos gráficos, como tipografía, color, formatos… En su conjunto representan una imagen de negocio consistente.
Consolidar la imagen corporativa con un diseño hecho a medida no solo repercutirá en el aumento de la producción, sino que ayudará a que la empresa sea reconocida y recordada fácilmente. Esto generará una primera impresión positiva.
La identidad visual de la marca reporta una serie de beneficios:
- Posicionamiento: todos los elementos vinculados con la marca dan valor para estar visibles en el mercado.
- Fidelización: La diferenciación de la marca frente al resto ayudará a consolidar el vínculo con los clientes, consiguiendo que recomienden la marca.
- Reputación: Una imagen corporativa coherente y que transmita unidad, genera una sensación de confianza gracias a la fuerte identidad establecida.
Una vez que hemos definido la identidad visual de la empresa, debemos comenzar con la creación del logo. Es el elemento clave en el diseño del branding. Es la primera imagen que verán los usuarios y con la que identificarán la marca. El logotipo se incluirá en las demás piezas creativas.
El color juega un papel fundamental, dependiendo del color que se elija para la marca transmitiremos unos valores u otros. El blanco denota limpieza y frescura, el negro transmite poder y lujo, el azul indica estabilidad y confianza, el verde señala naturaleza y crecimiento, el amarillo expresa innovación y sabiduría, y el rojo apunta pasión.
Del mismo modo, cada tipografía tiene unas características que comunican diferentes mensajes. Por ello, definir el público objetivo al que quiere dirigirse la marca es significativo en el diseño del branding. No es lo mismo dirigirse a un público más joven, en cuyo caso se podría elegir una tipografía más redonda, sin serif o script. Por el contrario, para dirigirse a un público de clase alta se elegiría una cursiva y con serif, que transmiten lujo y exclusividad.
El sector de nuestro negocio también influye en esta decisión de diseño. Hay marcas cuyos valores son el prestigio y la elegancia, como la revista Vogue, que usan tipografías con características similares. Por otro lado, hay marcas que transmiten precios económicos como, IKEA o Mercadona y se caracterizan por tipografías más simples, gruesas, sin serif.
Hay otras herramientas de diseño que se pueden incluir para potenciar la imagen visual de la marca. Los acabados que se pueden imprimir en el arte final, los soportes creativos y las tintas especiales, pueden hacer que el diseño de la identidad corporativa se diferencie del resto.
Lo importante para cualquier empresa, en definitiva, es que la marca se identifique y se diferencie del resto, gracias a lo que transmite con las características de su identidad visual. Para ello, se debe invertir en la imagen corporativa de la marca para conseguir un buen posicionamiento en el mercado como, Apple, McDonald’s o Coca-Cola, entre otros.